
Nunca están a gusto con su color de piel y por eso se vuelven adictos al Sol o a las cabinas de rayos uva. Los dermatólogos reciben en sus consultas cada vez más casos. Muchos equiparan esta obsesión con la adicción a las drogas o el alcohol.
Las personas que sufren tanorexia permanecen tumbados al Sol hasta derretirse porque si no su vida se derrumba; cada vez más personas viven obsesionadas con el bronceado. El perfil del tanoréxico es el de una mujer de entre 25 y 35 años, con buen nivel cultural y con estrés.
Y aunque estén negros como tizones, ellos no se ven así. Los especialistas comparan esas necesidad obsesiva con adicciones como el tabaco, el alcohol o las droga. En verano recurren al calor del Sol y en invierno al de los rayos uva.
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